Desde sus orígenes, uno de los objetivos de la Psicología es encontrar las claves que motivan nuestras actuaciones individuales. En este sentido, los diferentes comportamientos ante la disonancia cognitiva son uno de los focos que mayor interés despiertan entre los investigadores. Se trata de aclarar cuál es la respuesta de cada persona cuando tiene que enfrentarse a dos corrientes de pensamiento distintas.
Un estudio realizado en este campo en el año 1957 por Festinger y Carlsmith sigue siendo, a pesar de los años pasados, un referente en la explicación de las los mecanismos que nos llevan a mentirnos a nosotros mismos en determinadas situaciones. En las conclusiones de este reporte destaca la aparición de la figura del auto-convencimiento como salida para afrontar una disonancia cognitiva.
El experimento
- La investigación se realizó entre estudiantes de Stanford a los que se pide que se sometan a un experimento para valorar el cómo afectan las expectativas que uno tiene en el empeño que se pone en la realización de una tarea predeterminada. En concreto, deberá dedicarse a mover cucharas en una caja durante media hora y, después, clavijas en un tablero.
- Al estudiante, evidentemente la tarea le resulta aburrida. Sin embargo, en una segunda fase se le pide que transmita a otro grupo de sujetos que se trata de un trabajo interesante, generándoles unas expectativas positivas. Se le estimula con una pequeña compensación económica. Aunque en principio, siente algo de remordimiento por tener que mentir, lo cierto es que acaba convenciéndose de que la tarea es más gratificante de lo que pensaba al principio. Esto es lo que se denomina proceso de auto-convencimiento, mecanismo para superar disonancias cognitivas.
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